25 dic 2010

Más vale tarde

Las tres últimas palabras que dijiste me llegaron y aún hoy me reconfortan. Quizás porque sentí que eran sinceras. Que no había nada de sucio interés en ellas. Nada te obligaba a pronunciarlas y sin embargo las dijiste en voz alta. Delante de todos. A pesar de lo que los demás pudiesen decir, pensar u obrar en consecuencia. Porque nada te ataba. Eras dueño de tu vida. Siempre supiste el precio que había que pagar por ello. Me decías que se parece mucho a respetarse a uno mismo y a los demás. A encontrar un sano equilibrio. Ahora sé que esas palabras tienen el color del viento y el sabor del mar. Tienen tus ojos y huelen a verdad. Tené cuidado que siempre se escapa, me decías, nunca se alcanza. Y en esa eterna búsqueda, está quizás su esencia. En el tiempo leve de los sonidos sutiles de tus palabras cuando las pronunciás. En tus manos serenas que explican lo que significan. En tu voz suave, que sólo habla lo preciso. 
Buscá tu libertad - dijiste.

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